Desde hace algunas décadas, las mujeres han decidido tomar el control de sus vidas. Se ha decidido no continuar con los comportamientos de sus antepasados ni de sus madres. Pero, si no se tiene un norte claro, se corre el riesgo de ser un hombre más, con lo que se pierde la esencia femenina. Enfocarse de la manera adecuada, es lo que nos aclara el camino de nuestros roles como mujeres y desarrolla una conexión adecuada y saludable entre mujeres y hombres. 

El feminismo ha encausado muchas conductas que existían como el patriarcado, donde el hombre ha pasado a reconocer que es de suma importancia minimizar la autoridad para desarrollar de mejor manera su lado sensible, receptividad y empatía, situación que conduce a un crecimiento de la consciencia. 

El amor consigue alcanzar conexiones más significativas en el momento en que no hay fronteras y se permite una exploración más amplia. Tomando en consideración que los intereses de hombres y mujeres no son los mismos, debemos detenernos a discernir en qué es lo que en realidad queremos alcanzar, si las oportunidades deben ser las mismas para ambos sexos, recordando el margen de subordinación que ha experimentado durante la historia la mujer. Sin perder de vista que el hombre y la mujer no son iguales, pero juntos conforman la unidad ya que son complementarios. 

La conciencia matriarcal se instaura en cada uno de nosotros desde el momento en que nacemos, nuestra vida gira entorno a sentimientos, instintos y sensaciones que se sincronizan y funden con la identidad de la madre, lo cual nos brinda un sentido de unión.

Pero nuestro viaje personal inicia cuando requerimos de una conciencia patriarcal que nos provea de lucha, competición, voluntad y acción. Trascender a nuestros progenitores nos conduce al desarrollo de una conciencia equilibrada, donde se hace imprescindible la energía masculina para la transición desde la infancia hasta la madurez en ambos sexos, permitiendo el desarrollo de la elección y la libertad. Cabe destacar que, en las culturas donde destaca de manera primordial el valor masculino, éste tiene la tendencia a limitar las virtudes de la mujer. 

El equilibrio de las energías en nuestro interior son las que van a permitirnos alcanzar la igualdad de los géneros que deseamos consolidar en nuestro entorno, sin dejar a un lado que somos el producto de un padre y una madre (o de esa persona que te cuidó), ya que ello se considera el pilar fundamental de nuestra psique. Reconocernos en nuestros padres se hace apremiante en nuestras vidas, eso que aceptamos o rechazamos nos lleva a revisar de manera minuciosa los sentimientos que decidimos albergar. 

Los sentimientos a los que se le dio cabida en cuanto a los hombres, serán la marca que llevarán nuestras futuras relaciones con amigos, parejas, compañeros, lo que nos llevará a repetir de manera incansable dichas conductas de forma reiterativa. Si se trata de una mujer, y ésta no se acopla a las energías masculinas, en un futuro posiblemente dependa de ellos y esto es debido a que se distanció de su fuente de poder. Lo importante siempre será perdonar y reconciliarse con lo que se ha rechazado para que la relación con el entorno sea la más saludable posible, lo que nos brinda el conocimiento de nuestras raíces femeninas y el desarrollo de nuestro lado femenino. 

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