Sueles depender de lo que te dicen, de lo que otros hacen, del estado de ánimo de alguien, de las exigencias de los que te rodean o de tu estado físico? Bien, eso es por el hecho de que hemos crecido bajo la aprobación de nuestros actos por otros y no por nuestras propias decisiones. Desde pequeños buscamos la referencia emocional de otros para desarrollar las nuestras. En general estas respuesta son de nervios, angustia, soledad, es decir, negativas y nos han señalado cómo debemos actuar ante determinada situación.
Ante este panorama, sólo hemos aprendido a reaccionar de acuerdo a las indicaciones que hemos aprendido de nuestro entorno y ello abarca incluso estados de temperatura como al frío o al calor. Constantemente esperamos aprobación de otros, incluso nuestro estado de ánimo podría cambiar con un acto tan sencillo como la lluvia. Nuestras emociones han sido entregadas desde pequeños.
En este punto, debemos detenernos y hacer memoria de todas esas situaciones en las que hemos dejados que agentes externos sean los que decidan haciendo que nuestra autoestima no termine de madurar desarrollando una propia autonomía emocional sin que podamos ser contagiados de lo que nos rodea al empatizar.
Se trata de estar conectados con nuestro alrededor pero manteniendo un estado de coherencia interna que nos permita elegir cómo sentirnos a expensas de aquello que nos rodea sin contagiarnos de sus respuestas y crecer con respuestas adultas haciéndonos cargo de nuestras emociones.
Preguntas a respuestas emocionales
Algunas preguntas a las que debemos recurrir cuando dudemos de nuestras respuestas emocionales acerca de algo o alguien podrían ser:
- ¿Cuáles son mis beneficios con esta relación?
- ¿Cual parte de mi he dejado delegada debido a ello?
- ¿Quien está a cargo de mis decisiones?
- ¿De quién depende cada una de mis respuestas y cómo sé como me siento en realidad?
Ante esta serie de preguntas es recomendable observar nuestras necesidades para conocernos y no llenarlas de manera compulsiva para silenciarlas de manera inmediata, razón por la que en realidad sacrificamos nuestro equilibrio y bienestar.
Debemos observar el momento en que intentamos que otros se fijen en nuestros vacíos y justo allí notaremos lo que realmente debemos satisfacer sin estar allí aferrados a lo que no tenemos sin depender.