En el transcurso de la vida son muchos las interrogantes que nos salen al paso, una de ellas es quizás bastante trascendental y se enfoca a cómo lograr el cambio de aquello que nos ha hecho sufrir e impide nuestra adecuada evolución. O es que quizás, el cuerpo está atravesando algún proceso alquímico y no lo sabes. 

De manera generalizada en el transcurso de la historia, se ha entendido el estudio de la alquimia como una actividad experimental cuyo objeto se enfocaba al conocimiento de los elementos que constituyen al universo, el elixir de la vida, la transmutación de los metales, entre otros. 

Pero en realidad, el concepto de alquimia va más allá de esa estructura en la que se construyó la industria de la metalurgia y la química que conocemos en nuestros días. El concepto real se encuentra solapado pues éste, hace referencia a la capacidad de transformación de la psique humana y que se encuentra en cada uno de nosotros. 

La referencia en la alquimia del plomo, es en alusión a una sustancia que no posee algún valor, que además es impura, no por ello la referencia es directa a un metal. De la misma forma, la alquimia en la historia busca la transformación del mismo en un metal precioso como lo es el oro, el cual es puro, valioso, noble, pero que no es en realidad de manera necesaria este metal. 

Seguidamente en los estudios referentes a la alquimia, se hace hincapié en un proceso por el que debe pasar el plomo para transformarse, denominado piedra filosofal, que posiblemente ya habrás notado que no es tal piedra, más por el contrario, se trata de una sustancia que puede propiciar dicha transmutación o cambio. 

Por lo que se explica anteriormente, la alquimia no se trataba en realidad de un experimento o algún proceso de laboratorio, para alcanzar un entendimiento de la misma solo hay que abstraerse de los conceptos y de las terminologías para comprender su verdadero mensaje. 

Ahora bien, si esa búsqueda infructuosa de la piedra filosofal no se trata de un objeto o sustancia, sino de algo que ya has tenido siempre y que sólo aguarda a que seas tú quien lo transforme. Para iniciar el desglose de lo que podría significar esa piedra filosofal, es importante que nos ubiquemos  en ese lugar en el que estamos mucho antes de habitar nuestros cuerpos, donde no existen creencias, limitantes, miedos, donde la naturaleza es genuina y pura. 

Una vez que dejamos ese espacio, nos embebemos en una dualidad cargada de una cultura ya establecida que limita nuestro pensamiento enfocando a determinados circuitos a partir de los cuales desarrollamos conceptos como la culpa, la soledad o el castigo los cuales les van dando forma a nuestras vidas alcanzando a degradar nuestra propia naturaleza saludable y pura para convertirla en conflictos, sufrimiento y neurosis, por lo tanto, pasamos a ser una sustancia llena de impurezas. 

En este punto podríamos pensar que todo este proceso es negativo, pero en realidad no lo es, ya que a través de él podemos alcanzar nuestro verdadero conocimiento y redescubrirnos, y en ese proceso alcanzamos la verdadera recompensa se ser plomo, o bien, oro. 

Al final, sólo nos daremos cuenta de que son extremos a través de los que transitamos a los largo de nuestras vivencias, donde llegar al control de nuestra alquimia nos proporciona coherencia y equilibrio donde este proceso se alcanza a través de la llamada piedra filosofal. Son muchos los que hacen su búsqueda fuera de ellos a través de dogmas, religiones, filosofías, rituales o lugares, pero desde la Bioneuroemoción la propuesta es que dicha piedra sólo es inherente a la naturaleza del ser humano, por lo que tan solo se debe tomar conciencia plena de ella. 

Nada de lo que nos rodea nos salva ni nos daña, pero solo nosotros podemos comprenderlo a través de una conciencia de unidad con el que se da paso a la individuación y por ende, al oro que llevamos dentro. 

En cuanto al plomo, sólo es la representación de esas etapas del ser humano donde el ego se apodera de nosotros y con ello, de nuestra conciencia arropando nuestra personalidad con lo que olvidamos la naturaleza auténtica. Conocer nuestra oscuridad es elemental para alcanzar nuestra verdadera luz, enfrentar eso a lo que nos negamos o lo que nos produce vergüenza. Este es el proceso de la psique humana, deshacerse de lo superficial para reconocer lo esencial y con ello el potencial máximo.

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