La gran mayoría de las personas suelen interpretar un personaje según cada situación que se le presenta a diario: en la casa, en el trabajo, con las personas que conoce de manera reciente o con las que ya tiene algún tiempo tratando, incluso en la vida personal. Y ello es debido a que es la mejor manera que tenemos para adaptarnos a la gran variedad de situaciones que la vida nos presenta.

Y hay que aclarar que no se trata de que en realidad seamos alguna de esas máscaras, sino que solemos emplearlas como parte de nosotros. Suena normal que dependiendo con quien y donde nos encontremos, actuemos de manera distinta, pues no es igual encontrarse ante una entrevista para optar a un empleo, que conversar con un hermano o pareja, por lo tanto dichas máscaras son solo una suerte de adaptación necesaria. 

Pero encontramos situaciones en donde estas máscaras que deben comportarse de manera funcional para un rol determinado, se apodera de la verdadera identidad que debe ser polifacética, en donde debe prevalecer la dimensión de  nuestro ser, más no quedarse instaurada. Pero esto no suele ser una suerte de casualidad, ya que al tomar una de nuestras máscaras como propia, solo podemos deducir que ello refleja esa parte interna que nos produce miedo aflorar y ello ocurre pues creemos que nos puede causar sufrimiento o la consideramos inadecuada. 

Así mismo, podríamos llegar a usar tal mascara un cuando ya no la necesitemos sin darnos cuenta de que ello sea así. Una máscara para a ser inadecuada cuando se hace permanente para usarla como defensa, para causar malestar o para evitar el miedo, y reaccionar a esta serie de eventos no desde la libertad. 

De seguro conocemos personas que de manera constante se ríen ante toda situación, ello solo refleja que debajo de esa máscara la persona solo teme encontrarse a sí misma en un estado de constante amargura o sufrimiento, sintiendo que no tiene derecho a tal felicidad, por tanto su máscara es lo más aceptado.  Dejando a un lado esa personalidad equilibrada y adaptada que se flexibiliza de acuerdo al momento. 

Etimológicamente el origen de la palabra máscara proviene del griego Káara, por lo que máscara es indicativo de una cara adicional que se emplea para el desempeño social, como un rol de cada individuo en la sociedad, por lo que dicha máscara es distinta tanto en la intimidad, como en las relaciones externas. Vale destacar que, una máscara para una persona debe funcionar como lo hace en el teatro, solo para representar un personaje, donde la persona se desarrolla en relación con un fin o necesidad social, donde además también es posible la creación de un “falso yo”.  

Al momento de nacer, contamos de antemano con un compendio de saberes que se han condensado en la familia cuyo propósito es el de relacionarnos de una forma cónsona con el entorno social, a ello podemos sumarle luego la educación y los aprendizajes externos a ello, por lo que a un niño estas máscaras le sirven para amortizar cirros sentimientos inherentes a la pérdida de su propia personalidad para poder alcanzar una adaptación a su núcleo social y familiar. 

En alusión al uso de máscaras, la acción más representativa de ello suelen ser los carnavales, donde originalmente se empleaban para burlarse de las figuras públicas o autoridades  a modo de parodia en donde por un corto lapso se invertían las normas y roles como una manera de válvula ante toda la represión existente en el momento, ello también abarcaba las reglas sociales y la sexualidad. 

Luego de encontrar una suerte de explicación a ciertos comportamientos, se hace imperante alcanzar una reflexión personal en donde ubiquemos a esa personalidad que de manera consecutiva deseamos mostrar, descubramos cual es el entorno en que solemos hacerlo y si se hace necesario continuar con dicha careta, si ello nos supone beneficios y cual es exactamente la cara que debemos mostrar, y si con ello, quizás es otra máscara la que deseamos mostrar. 

El respeto que mostramos por nosotros es directamente proporcional al que recibimos desde el exterior. En este sentido, la Bioneuroemoción propone que elijamos quién queremos ser en todo momento, sin temor a perdernos, sino desde el amor por lo que se da, ya que tu verdadera esencia es lo más valioso mejor que puedes aportar a la sociedad en que vives y a la futura. Debes darte permiso para brillar pues toda máscara solo es circunstancial, disfruta de lo infinito de tu ser.

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