Desde hace una década, se ha vuelto cotidiano que todo nuestro entorno se encuentre rodeado de pantallas. Sí, pantallas de ordenadores, televisores, móviles, con los cuales obtenemos la velocidad de respuesta a la que nos ha llevado la generación de la inmediatez, dejando a un lado las relaciones sociales, encontrándonos sumergidos en una total realidad virtual.

Ver de manera injustificada o compulsiva la pantalla de nuestro móvil se ha convertido en una manera normal de comportarnos. Esto nos ha llevado a una dimensión distinta de las relaciones interpersonales. Paulatinamente y sin notarlo, nuestro trato con otros se ha tornado distante a menos que se realice de pantalla a pantalla de cualquier dispositivo electrónico.

¿Evolución o involución?

La experiencia digital ha pasado a ser lo más importante en el contacto humano sustituyendo el mundo real. Desde nuestros dispositivos tenemos la posibilidad de estar en contacto con diversas personas que se encuentran distantes, podría ser el caso de una reunión con amigos. De esta manera se vuelve más importante la pantalla que la presencia de los que te rodean, por lo que no disfrutamos de manera total de los que se encuentran delante de nosotros. Esto nos lleva a pensar si realmente estamos evolucionando o involucionando.

La experiencia digital ha pasado a ser lo más importante en el contacto humano sustituyendo el mundo real.

Pero al detenernos a pensar, esta situación podría estar conduciéndonos a una especie de adicción. Mencionemos otro ejemplo, cuando hemos recibido algún “like” en alguna publicación que hayamos hecho en una red social, debemos observar la reacción que tenemos, los pensamientos que en ese momento nos pasan por la mente y, sobretodo, en cómo nos hace sentir. Tomar conciencia de ello es saber cómo somos para ayudarnos nosotros mismos. Saber cómo quiero ser visto, la foto que coloco en el perfil, lo que deseo transmitir, o cual parte quiero mostrar y cual no.

Con la sociedad de la tecnología, es mucho lo que tenemos al alcance de un clic. Mucha información que incluso a veces no sabemos cómo manejar y de esa misma manera la recibimos y la compartimos. Algunos podrían pensar que se trata de una gran evolución e innovación ya que no hay que esperar por nada, pero estas respuestas y recompensas inmediatas se han convertido en un arma de doble filo, pues nuestro nivel de tolerancia en cuanto a frustración se disipa.

Si a ello le sumamos que todo lo que podemos ver a través de una pantalla es un hilo continuo, virtualmente infinito. A diferencia de los programas televisivos de otras décadas donde culminaba algún capítulo y había que esperar un tiempo para conocer el desenlace o el capítulo siguiente. En la actualidad nosotros mismos decidimos cuándo acabar y con ello el uso responsable de las tecnologías, pues su empleo irracional nos conduce a una evasión rotunda de la realidad circundante, lo que en vez de resultar una ventaja, sería un rotundo fracaso como sociedad. La recomendación entonces es hacer conciencia de la razón por la que usas determinados dispositivos, si solo son para trabajar o quizás para evadirte el entorno.

Dejar un comentario